Hubo un tiempo en que el flan de huevo era el rey de las cartas de postre de (casi) todos los restaurantes del país. Rematar una comida con un flan con nata era de lo más chic. Pero llegaron otros postres como la tarta de queso, el brownie o el tiramisú, le ganaron terreno y el flan cayó en el olvido.
Afortunadamente para sus fans las tornas han cambiado y el flan de huevo ha dejado de ser ese postre vintage con poco glamour. "Asistimos a un ascenso imparable", dice el crítico gastronómico Jose Carlos Capel, "hay una nueva generación de flanes que se ha ilustrado con retoques sutiles".