A veces digo medio en broma que en verano podría alimentarme sólo a base de fruta, por la variedad que tenemos y lo muchísimo que me gusta. Lo cierto es que la gran mayoría de mis comidas la incorporan de alguna u otra manera, y también es perfecta para recetas refrescantes como este helado ligero de melocotón y queso fresco.
La idea que tenía en mente era preparar un sorbete con unos melocotones hermosos que me habían regalado, de esos que huelen a gloria sólo con verlos. Después pensé en añadirle un toque más cremoso sin sumarle mucha grasa, así que recurrí al queso fresco batido desnatado, que además me sienta bien por los fermentos lácteos que contiene, como el yogur.
Ingredientes
- 500 g de melocotón pesado sin hueso, 2 cucharadas de zumo de limón, 1 cucharadita de azúcar vainillado, 1 cucharada de ron o vodka (opcional), 130 g de azúcar, 130 g de agua, 350 g de queso fresco batido desnatado, 1 cucharadita de maizena.
Lavar bien y trocear los melocotones. Se pueden pelar, aunque si tienen la piel en buen estado, es fina y aromática, recomiendo dejarla porque aporta más sabor y textura. Colocar en un cuenco y añadir el zumo de limón, el azúcar vainillado y el ron o vodka, si se usa. Mezclar bien.
Preparar un almíbar calentando en un cazo el azúcar con el agua, hasta que se disuelva. Esperar a que enfríe un poco y añadir a los melocotones. Remover y dejar reposar 30 minutos. Triturar con una batidora hasta dejar una textura homogénea y suave.
Incorporar el queso fresco batido desnatado y una cucharadita de maizena, por si queremos que espese un poco. Mezclar todo muy bien con unas varillas y probar el punto dulce, por si hay que corregir añadiendo más azúcar. Enfriar en la nevera como mínimo dos horas y preparar el helado siguiendo las instrucciones de la heladera, o congelar en un recipiente adecuado.
Tiempo de elaboración | 45 minutos más el reposo en frío
Dificultad | Muy fácil
Dificultad | Muy fácil
Degustación
Este helado ligero de melocotón y queso fresco no tiene una textura tan cremosa como los helados de yema y nata, pero es muy suave y agradable cuando se deja derretir un poco. Está muy rico acompañado de unas hojas de menta fresca, o con unas galletas machacadas por encima.
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